Y... no sé. ¿Qué puedo decirles de I'll Getcha Good? DOS cosas.
Uno: Estoy bloqueada, sí, en el capítulo más fácil e importante. Va, no importante, interesante (?) No, tampoco. jajajaja. Bueno, ''algo''. Y no me quiero apurar ni ponerme a hacer cosas que después van a quedar mal, así que TIEMPO. Con tiempo me va a volver la inspiración y las ganas de terminar ese capítulo y a penas pase, lo voy a subir. Tengan en cuenta, que el 1 me voy de vacaciones, y hasta el 16 no vuelvo. Así que, esas dos semanas NO voy a subir, pero SÍ me voy a llevar para escribir y adelantar, así cuando vuelva, pueda subir más de un capítulo por día.
Dos: Hoy revisando cuadernos viejos en busca de ''algo'' jajaja me topé con I'll Getcha Good 2 :| Y me re copé leyendo el último capítulo que tengo escrito, el 13. (Sí, son más de 13. Es casi tan larga como la primer temporada). Y fue muy ikhbdjsansa. Porque está re bien escrita y re interesante LL) Así que, el obstáculo es transcribir la primera, porque la segunda se escribe sola :)
Anyway, espero que sepan entender, y que esperen el tiempo que sea necesario. Gracias. ♥
I'll Getcha Good ~
lunes, 20 de diciembre de 2010
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Capítulo 8. {Parte Uno}
- Papá ¿puedes detenerte aunque sea un segundo y escucharme sólo por esta vez? – Me fulminó con la mirada, para luego volver la vista al frente.
Ya nos encontrábamos en el auto, y él nos conducía hacia un hotel lejos de la casa Jonas. Me había obligado a irme con él, sin siquiera dejarme volver a buscar mis cosas.
- Allyson, termina con todo esto o te juro que nos iremos mañana. – Rodeé los ojos.
Sus amenazas me tenían harta.
- Tú déjalo. Por favor, escúchame. Yo… - Mi estómago se revolvió por lo que estaba a punto de decir.
¿Estaba segura? No. Pero mi corazón me urgía para que lo diga, tal vez esto me salvaría. Tal vez admitir ese sentimiento me permitiría seguir viendo a Joseph; algo que quería con todas mis fuerzas.
– Estoy enamorada. – La cara de Joe se me vino a la mente.
Su cabello, sus ojos color almendra, sus labios, que durante el contacto de ese mismo día, se habían curvado en una sonrisa acogedora.
- Nena, tienes diecisiete años, no sabes lo que es estar enamorada. – Sentí una puntada en el corazón, como si me estuvieran apuñalando.
En verdad, lo que se había destruído, era la idea de volver a estar con él.
- ¿Por qué no? ¿Eh? – Grité, aunque lo único que quería hacer era llorar.
- Esta conversación ha terminado. – Esas fueron sus últimas palabras, y cuando intenté seguir discutiendo con él, encendió la radio para no escucharme.
Y así fue el trayecto hasta el hotel. Ninguno de los dos pronunció una sola palabra, ni nos miramos en todo el camino.
Al llegar, me bajé de mala gana, y con esa misma actitud entré a nuestra habitación, me duché y me acosté.
No pude pegar un ojo en toda la noche, imágenes de lo que había vivido ese día con Joe no dejaban de invadir mi mente. La discusión que habíamos tenido el día en que nos conocimos, el encierro en el baño, la situación en su cocina, y la más importa hasta ahora, la del hotel.
Se supone que debería estar pensando en Nicholas, pero ¿a quién quería engañar? Cualquiera que no se había dado cuenta hasta ese momento que sentía cosas por Joseph, era un idiota.
Cuando fui lo suficientemente valiente como para mirar el reloj, me di cuenta de que ya eran las ocho de la mañana. Contemplé con cuidado cada espacio de la habitación en busca del celular de mi papá. Cuando lo encontré, salí de la cama con precaución, lo agarré, y fui de puntitas de pie hasta el baño. Metí la mano en el bolsillo trasero de mis shorts, los mismos que llevaba puesto el día anterior, y saqué de él un pequeño papel arrugado con el número telefónico de la casa de Joe. Mientras no podía dormirme, me acordé que Nick me lo había dado antes de que sucediera toda la escena de la pileta para que pudiera comunicarme con él ya que no tenía mi celular. Disqué el número en el teléfono de mi padre, y me atendió Kevin.
- ¿Kev? Soy Ally, necesito hablar con Joseph, es urgente. – Susurré nerviosa.
Kev no respondió, simplemente se le escuchó llamar a Joe, y luego como unos pasos se aproximaban al teléfono.
- ¿Aly? Mi amor, ¿dónde estás? Encontré a Nick, y cuando llegué, Danielle y Kev me dijeron que habías salido a buscarnos. No tenía como comunicarme contigo, NADA. ¿Te encuentras bien? – Al oír su voz, me tranquilicé un poco, pero debería apurarme, si mi papá despertaba, eso iba a ser lo último que supiera de Joe.
- ¿Joe? Estoy… bien. ¿Estás ocupado? Necesito hablar contigo, y con Nick. Es urgente. – No podía decirle por teléfono que no nos podíamos ver más, que en dos meses estaría fuera de Los Angeles, que me iría al otro lado del país.
- Estoy lejos, pero no te preocupes. Voy a tu casa. Adiós. – Sin esperar una respuesta, colgué.
Borré la llamada reciente, dejé el celular donde lo había encontrado, y una vez que me aseguré de que mi padre seguía durmiendo, me escapé del hotel. A las pocas cuadras, había una agencia de taxis, así que tomé uno, y me dirigí hacia la casa de Joe.
Al llegar, él me estaba esperando en el porche. Mi corazón latió a mil por hora al verlo, y las lágrimas querían salir de mis ojos de una vez por todas. Le pagué rápidamente al taxista, y salí corriendo a sus brazos. Subí las escaleritas y lo abracé con todas mis fuerzas. Al sentir el contacto de nuestros cuerpos unidos una vez más, no pude evitar comenzar a llorar. Inhalé su perfume dulzón, y entre lágrimas, sonreía. Sus brazos me hicieron sentir protegida, y acariciaba mi cabello con ternura.
- Te quiero, te quiero. – Le decía con la voz ahogada, y entrecortada. – Ayúdame, por favor. No me quiero ir. – Me aferraba a su camisa, como si alguien estuviera intentando apartarme de él.
Bueno, en realidad, estaba pasando, pero no físicamente.
Al oír esas palabras, me tomó de los hombros, y me apartó un poco. Noté que su camisa negra estaba húmeda a causa de las lágrimas, él también, y la abrió, para dejar a la vista una musculosa blanca que llevaba debajo. Alcé la vista, y lo miré a los ojos. Se formó un nudo en mi garganta, pero me aguanté las ganas de volver a llorar.
- ¿Qué está sucediendo? – Dijo serio.
- Lo que pasa… es que… yo… - No pude terminar de armar la frase, que mis llantos volvieron ahogar mi voz.
Tomó mi mano, y entramos a la casa. Gracias a Dios, no había nadie en la sala, así que pude pasar por desapercibida, sin que nadie me cuestione. Subimos a su cuarto, y se sentó a mi lado en la cama.
- Al, ¿puedes decirte lo que está pasando? Te juro que no me voy a enojar. – Su voz ahora sonaba un tanto preocupada, y la verdad es que lo único que quería hacer era decírselo, para que me diera alguna solución.
- Es que… yo no hice nada. Es… mi padre. – Solté finalmente.
- ¿Tu… tu padre? ¿Qué pasó? – Me acomodé para mirarlo de frente, y le conté absolutamente todo lo que había sucedido la noche anterior, y esta mañana.
Al terminar, su rostro se tornó pálido y se quedó observándome, sin saber qué decir. Acto siguiente, me tomó entre sus brazos, y me abrazó fuerte por unos minutos. Cerré los ojos, y no hice más que disfrutar del momento. Nunca en los diecisiete años que tenía de vida me había sentido tan bien con un hombre. A pesar de las peleas estúpidas, del odio falso, de las cosas que habían sucedido con Nicholas, él y yo lo sabíamos muy bien; en estos pocos días algo nos había pasado.
- No quiero irme Joe. Quiero quedarme aquí contigo. – Sollocé en sus brazos.
- Lo sé amor. Yo también quiero que te quedes. Escucha, necesito un poco de aire, pensaré en algo. Te lo prometo. – Cerré los ojos, y suspiré, un poco más tranquila.
Me besó en la frente, y se encaminó hacia la puerta, pero no sin antes voltear y fingir una leve sonrisa.
- ¿Aly? – Balbuceó.
Levanté la cabeza sólo para mirarlo.
- Te juro que encontraremos la forma de estar juntos. – Le sonreí, y en ese momento, me sentí segura.
Joseph se retiró, y al cerrar la puerta, me acosté en su cama, la cual estaba impregnada de su olor.
Escuché con atención lo que sucedía en el corredor, y pude distinguir la voz de Joseph y la de Nicholas.
- Ella… se va Nick.
Después de eso, oí como Nicholas le preguntaba todo lo que había sucedido, y como Joe le respondía que entre, que yo le contaría todo. Sabía que Nick iba a entrar, así que me arreglé un poco para no aparentar tan espantosa. Como era de esperarse, entró a la habitación, completamente fuera de sus casillas y sugirió una explicación.
- Lo siento Nick. Perdón por todo. – Le dije acercándome a él.
- Descuida, no estoy enojado contigo. Es más que nada con la situación en sí. Cuéntame. – Tomamos asiento en la alfombra azul del cuarto y comencé a contarle al igual que a Joseph.
Cuando terminé, no sabía que decirme. Me había pasado lo mismo con los dos. Intentó farfullar un par de palabras, pero no podía formular una oración completa. Nos quedamos mirándonos un tiempo, hasta que Joe volvió.
- Después hablamos Al. No sé como reaccionar por ahora. – Fingió una sonrisa, y se retiró, dejándonos a mí y a Joseph completamente solos.
Las que saben que viene después de esto, saben por qué lo corté. jajaja. Quiero que quede PERFECTO lo que sigue. ENJOY! :)
martes, 14 de diciembre de 2010
domingo, 12 de diciembre de 2010
Hold On.
Como muchas deben saber, si es que se acuerdan, el capítulo que sigue es uno importante. Sé que ya van dos días que no subo, va, con hoy son dos, pero es que todavía no tuve tiempo de transcribirlo, y quiero que quede absolutamente perfecto. Así que, nada, voy a tratar de subirlo antes del miércoles, pero de esta semana no va a pasar. No desesperen, y sigan entrando el blog, porque en una de esas se van a encontrar con el capítulo :)
Gracias por entender, Pame.
Gracias por entender, Pame.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Capítulo 7.
Allyson ~
Al despertar, comencé a tantear la cama en busca de Joseph. Por lo visto, él ya se había levantado. ¿Qué hora era? Miré el reloj que estaba sobre la mesa de noche, y marcaba las dos de la mañana. Wow, me había pasado de rosca. Debía volver al hotel ahora mismo. Pero primero, sería mejor hablar con él. Al bajar de la cama, me tropecé con mi valija, lo cual me daba a entender que ya no estaba registrada en el hotel, si no que en la casa de los Jonas.
- Joe… - Susurré, no queriendo hacer mucho ruido, al bajar las escaleras. – Joseph… ¿dónde estás?
Un ruido a tacos provenientes del living me sobresaltaron.
- Tú debes ser Allyson. – Dijo una mujer alta, hermosa y morocha desde abajo. – Baja un momento.
Guiándome por las fotos que había en el living el primer día que entré a esta casa, esa era la novia de Kevin.
Le hice caso, y al pisar la sala de estar, saludé amablemente.
- Ustedes deben ser Danielle y Kevin. – Sonreí.
Ambos imitaron el gesto, pero no les duró mucho.
- ¿Qué sucede? – Pregunté. - ¿Dónde está Joe? ¿Y Nick?
- Ellos discutieron, y Nick se fue con el auto de Joe hoy por la tarde. Hace una hora más o menos Joseph lo fue a buscar, y todavía no han vuelto. No contestan los celulares, nada. – Danielle apretaba con fuerzas la mano de Kevin, como dándole a saber que ella iba a estar siempre con él, apoyándolo todo el tiempo que sea necesario.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al volver a la conversación. Me había colgado pensando en cuanto me gustaría sentir los dedos de Joe entrelazados con los míos. Sin decir una palabra, me levanté, y subí corriendo las escaleras. Volví al cuarto de Joseph, tomé una de sus camperas, y me reuní nuevamente con Kev y Dani, solamente que ahora, él hablaba por teléfono.
- ¿Es Joe? – Pregunté parada frente a la puerta principal.
- No Al, estamos por llamar a la policía. – Dijo Danielle. – Ya es muy tarde.
- Yo los iré a buscar. – Repliqué.
- No, quédate, no queremos que la policía tenga que buscar a otra persona. Además, es tarde, y Los Angeles no es seguro a esta hora.
- No me importa. Si los encuentro, o tengo alguna novedad, los llamo. Hasta luego. – Danielle estaba por decir algo, pero antes de que pudiera, salí rápidamente de la casa.
Pasaría primero por el hotel, para ver si se encontraban allí. Ojalá Joe lo hubiera encontrado, y sólo estaban hablando o tomando algo.
Al llegar al hotel, pregunté por Nick Jonas o por Joe Jonas. Me miraron como si estuviera loca al pensar que uno de ellos se hospedaría allí. Sin decir más, me retiré de ese lugar y comencé a caminar por las calles oscuras y peligrosas de Los Angeles. Me fui más al centro, donde había gente y luz. Miraba por los vidrios de cada bar, o lugares de comida en busca de ellos dos, pero no había rastro alguno. Ya eran las cuatro de la madrugada, y nada había cambiado. Estaba más cerca de la casa de Irene, que de la de ellos, así que decidí ir hasta allí para tomar un café.
Al llegar, vi el auto de mi papá estacionado en la puerta. ¿Qué hacía él allí? Toqué el timbre, y me atendió Kathy. Pobre niña, al vivir con una adolescente, actuaba como si fuera una también. Las cuatro de la mañana, y ella despierta y abriendo la puerta como si nada.
Me puse en puntas de pie para intentar observar qué había en la cocina. Definitivamente, era mi papá, y estaba hablando con Irene. Me estaba buscando a mí. Pero… ¿para qué? Si él sabía que me iba a quedar en lo de Matt supuestamente, ¿qué había ido mal?
- Linda, ¿me dejas pasar? Debo hablar con Ire, y aparentemente, con mi papá. – Le dije, intentando ser dulce. – Claro, pasa Ally. – La pequeña me dejó pasar, y luego se fue a los saltos hasta su cuarto.
- ¿Dónde has estado? Te busqué por todas partes. – Gritó mi padre, furioso, a penas me vio poner un pie dentro de la casa.
- Tranquilo papá. He estado en lo de Matt, pero rompimos y luego vine unos días aquí hasta que finalmente me registré en un hotel de por aquí. – Quise explicarle.
- Y ¿qué haces aquí a esta hora? – Cuestionó.
- Estaba dando vueltas por el centro, y como se me hizo tarde, decidí venir a ver a Ire.
- ¿Y esa campera? Niña, no me mientas. ¿Con quien has estado? – Rodeé los ojos.
- No me creerías si te dijera. – Solté.
- Soy tu padre, sabes que puedes confiar en mí. – Me senté junto a él, dispuesta a contarle la historia de la que seguramente se reiría, ya que no conocía a ningún ‘Jonas’ y no creería que una estrella de música se fijaría en mí.
Mi padre escuchó atentamente, sólo hacía muecas de vez en cuando. Le conté toda la historia, desde que choqué el auto hasta lo sucedido hace unas horas. Cuando terminé, como era de esperarse, se hechó a reír.
- ¿Y? ¿Me crees? – Pregunté, a pesar de que sabía la respuesta.
- Lo único que creo es que fue una mala idea dejarte venir aquí sola. Tú andas en algo raro, andas sola por Los Angeles a altas horas de la madrugada, y vienes aquí a decirme que andas con un cantante. Cariño ¿has estado tomando drogas? – Abrí los ojos como platos. Lo único que faltaba.
- ¿Estás loco? Te he dicho toda la verdad, estaba buscando a Joe y a Nick y…
- ¿Quiénes son esos? ¿Los que te venden la droga? – Me interrumpió. Resoplé, sin poder creer la situación que estaba viviendo.
- Ya déjalo. No estoy tomando nada, ya te expliqué quienes eran. Ire, dile porfavor. – La miré a mi mejor amiga, pero esta sólo miró hacia otro lado.
- Lo siento Al, pero… no lo sé. Nunca te he visto con ellos, tú sabes, sólo sé lo que me cuentas. – Me dio una palmada en el hombro, y se metio en el cuarto con Kath.
Lo miré a mi padre, sin saber qué decir.
- Ven Allyson, nos volveremos a casa. – Dijo frustrado.
- No papá, no podemos volver ahora, porfavor. Creeme, sólo… un tiempo más. Yo sé que has venido aquí por otra razón, no por mí, no tiene sentido.
- He venido por un trabajo que me salió. Debo quedarme dos meses, pero volveremos antes, a menos que accedas a venirte a vivir conmigo. – Lotería.
- Sí, sí! – Grité – Iré contigo.
- Dos meses Al, y luego a Florida. – Mi mundo volvió a derrumbarse.
- ¿Florida? – Pregunté, tragando saliva.
- Sí, después del trabajo aquí, me mandan a Florida, y ni te pienses que te quedarás aquí sóla. Mucho menos después de esto.
- ¿Cómo puedes ser tan cruel? – Mi voz comenzó a quebrarse, y mis ojos se llenaron de lágrimas.
No podía pensar que luego de dos meses, no volvería a ver más a Joseph. Tal vez era mejor irse directamente ahora, antes de que me termine enamorando. Era mucha información en una sóla noche, no podía procesarlo todo. En mi interior había una mezcla de sentimientos inexplicables; sólo quería volver a dormir largo y tendido como lo había hecho esta tarde.
- No quiero que te veas más con esos dos chicos. – Manifestó, sacándome de mis pensamientos.
- Ni siquiera los conoces. – Murmuré, secándome las lágrimas.
- Por lo que me cuentas, y por cómo te veo a ti, no se me da por conocerlos. Si te quieres quedar, entonces no has de verlos más Allyson. Si no, nos iremos ahora mismo. – Afirmó frío.
- Pero papá… - Las lágrimas salieron en cascadas.
- Sin peros. O no los ves más a ninguno de los dos, o nos vamos a Florida.
Vale aclarar que hice la reforma de este capítulo a las tres de la mañana y con mucho sueño. No quedó tan bien como me hubiera gustado, pero es suficiente para un capítulo enganche que no tiene tanta importancia. Igualmente, espero que les guste :)
jueves, 9 de diciembre de 2010
Capítulo 6.
Deshice la llave que había formado sobre su cadera, y al tocar mis pies el suelo, lo miré deseosa. Se relamió los labios, y me tomó por la nuca de una manera ingeniosa para dejar mi cuello expuesto ante su lengua y dientes. Estos no detenían su accionar sobre mi piel ni un segundo, y creí volverme loca en ese preciso instante. Mordía mi labio inferior para evitar soltar gemidos de placer. Ya no podía pensar en nada más que en sus besos, y moría por pasar al próximo nivel. Coloqué mi mano en su pecho para apartarlo sólo un poco, y así poder estrujar la tela de su remera. Utilicé aquella hazaña para arrastrarlo hacia donde yo quisiera que fuera: la cama. Me siguió sin emitir palabra alguna y al llegar al borde de nuestro destino, lo empujé salvajemente contra ella. Él estaba disfrutando de la situación, de mis acciones; su mirada me lo decía. Me posicióne sobre él, apoyando una rodilla a cada lado de su cintura con mis extremidades en forma de garras sobre su torso. Contemplé su cuello detenidamente, y no me resistí a repartir besos húmedos sobre cada lunar que decoraba su piel, sobre sus mejillas, su frente y nariz, para luego acabar devorando con ansias esos labios rosados que se curvaban en una sonrisa traviesa.
Joe sólo me seguía el juego, pero era momento de invertir la situación.
- Tu turno. – Le dije sonriendo.
Rió perversamente.
- Aún no has visto nada.
En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba boca arriba. Joe empleó unos segundos para quitarse la remera, y luego el pantalón.
Me quedé perpleja al percibirlo por primera vez sólo en bóxer. Su torso desnudo era una de las cosas más maravillosas que había podido apreciar en mucho tiempo; se podría decir que estaba tallado por los mismísimos ángeles. Bajé la vista lentamente observando cada detalle de su cuerpo con cuidado, hasta llegar al punto más importante. Tragué saliva cuando me concienticé sobre lo que estaba viendo.
Joseph volvió hacia mí y adoptó la misma posición que yo había tomado sobre él. Observó mi boca con deseo, y al acercarse la humedeció con su lengua. Me besó en los labios, y descendió en una línea recta hasta llegar a mi abdomen, donde mientras yo me entretenía con sus rulos, él se tomaba su tiempo condenándome con pasadas de lengua letales.
Cuando comencé a tironear del elástico de la única prenda que cubría su cuerpo, la puerta de mi habitación se abrió. Joe se dio vuelta, y ladeé la cabeza sólo para ver a Nick parado allí, sin saber qué hacer.
- Nicholas… yo te puedo explicar todo. – Intentó justificarse Joe.
Sin embargo, él lo interrumpió sacudiendo la cabeza, y retirándose de la habitación.
- Iré por él. – Le indiqué poniéndome el short de jean y la camisa manga cortas que había dejado allí antes de cambiarme a mi traje de baño. – Después hablamos.
Salí en su busca, pero no lo encontré por ningún lado, así que decidí ir hasta su casa, ya que sólo eran un par de cuadras. Al llegar, la puerta se encontraba abierta, por lo que entré y subí al cuarto de Nick. Él estaba sentado en la cama, de espaldas a la entrada.
- Si eres Joe vete, no quiero hablar contigo.
- ¿Y si no soy Joe?
- Menos. Eres peor que él. Hoy no quisiste besarme, no estabas lista, pero ¿para encamarte con mi hermano sí?
Jalé de su brazo para que se de vuelta y me mire.
- Tú fuiste el que me dejó como una completa idiota en la piscina cuando fuiste a hablar con tu noviecita.
- No es mi novia. – Replicó frío.
- Lo que sea. Y para tu información, yo puedo hacer lo que yo quiera con quien quiera. No estoy atada a ti, y mucho menos ahora que tu novia ha vuelto. – Su actitud era enfermante, no iba a rendirme ante él.
- No es mi novia. No es mi novia. – Gritó parándose, para tomarme del brazo. – Ella quiso besarme y yo la detuve. Le dije que no quería, porque sentía cosas por ti. Que tú eras diferente, pero por lo visto, eres igual a todas. – Finalizó.
Me sentía una torpe.
- Nick… - Me quise lamentar.
- No, Nick nada. – Aún tomándome del brazo, me arrastró hasta la puerta.
Una vez que yo estuve afuera, la cerró con todas sus fuerzas. Caminé por el pasillo hasta que me tropecé con los cordones de mis propias zapatillas. Caí de rodillas frente a una de las tantas puertas, y en ese momento, una serie de lágrimas rodaron por mis mejillas. Me senté, protegiendo mis piernas con las manos, hasta que la puerta se abrió y alguien se agachó detrás de mí.
- Porfavor… no llores. – Su aliente fresco abrazó mi rostro, y las mariposas revolotearon en mi estómago al oír su voz.
Joe me corrió el pelo del cuello, y me susurró al oído el más hermoso de los ‘te quiero’. Por su puesto, cualquier mínimo contacto entre nuestros cuerpo, me producía un descontrol automático.
No le respondí, ya que me sentía confundida, y no sabía si lo quería, si lo deseaba, o si lo odiaba. Me tomó del brazo, logrando así ayudarme a pararme, y me abrazó. Hundí el rostro en su remera, que tenía un olor especial que sólo un ser tan perfecto como él podía tener. Jamás me sentí tan amparada como en ese momento. Deshizo el abrazo, y entramos a su cuarto. Cerró la puerta, y ninguno de los dos pronunció una sóla palabra. Con la mirada nos decíamos todo.
Joseph ~
Tomé su mano, y caminamos hacia mi amplia cama, dónde nos acostamos, y Ally se acurrucó en mi pecho. Pasé mis brazos por encima de su cintura, y con la otra le acariciaba la cara. Pasamos un largo rato en esa posición, hasta que se me dio por asomarme a besarla, y ella ya se encontraba dormida. Con precaución, me levanté de la cama y deposité un beso en su frente. Tomé las llaves del auto, y bajé al living. Nick estaba en la cocina hablando con mamá, y por lo poco que escuchaba, le estaba contando todo lo que había sucedido hoy.
- Mamá, voy hasta el Hotel Westwood y vuelvo. – Le grité, antes de que me llame para aclarar la situación.
- Espera, ven aquí un momento. – Me pidió tranquila, como siempre.
Suspiré, era de esperarse.
Al entrar en la cocina, clavé mi mirada en Nicholas, quien me observaba con odio y recelo.
- Mamá ¿podemos hablar después? Quiero ir a buscar las cosas de Al al hotel y retirar el depósito. Quiero que se quede aquí. – Solté de golpe.
- ¿Cómo que se va a quedar aquí? – Preguntó mi hermano, mirando a nuestra madre.
- Si Joseph lo desea, así será. Cuando Devonne se quedaba aquí, él no decía nada.
- Sí, pero Joe se llevaba bien con ella. – Murmuró.
- Ya déjalo Nicholas. Entiendo tu posición, pero esta casa es todos. – Gracias mamá por apoyarme por primera vez, pensé.
- Si ella se queda, yo me voy. – Gritó Nick, para luego golpear la mesa.
Se levantó, y subió corriendo las escaleras. Unos segundos después, se escuchó un portazo.
- Mamá… - Comencé a explicarle.
Siempre me conmovía con los discursos que hacía. Ese era su don. Y siempre me hacía cambiar de parecer, y eso era algo que no quería. Por lo menos no esta vez. No quería cambiar de parecer sobre Ally, y menos ahora que las cosas habían dado un giro inesperado. Supongo que si hubiera querido acercarme a ella, lo podría haber hecho de otra forma. Sin embargo, hacerme el misterioso y el seductor, nunca me había dejado mal parado. Ellas siempre caían por mí. Aunque esta vez había una diferencia. Ella era especial, me importaba de verdad.
- No te diré nada Joe, no te preocupes. Creo que ya estás demasiado grande para que te dé discursos.
- Al fin. – Repliqué.
- Pero… eso no significa que las cosas quedarán así. Quiero que hables con tu hermano. No quiero que se peleen por una chica. Yo sé que Allyson no es mala persona, pero porfavor Joe, habla con él, lleguen a algo. – Menos mal que no daría un discurso.
- No hablaré con ese traidor. – Gritó Nick desde la puerta principal, con una valija en la mano.
- Nicholas, no seas estúpido. – Dije alzando una ceja. – Deja esa valija, pareces un idiota. – Continué, saliendo de la cocina, y dirigiéndome a él.
- Aquí el único idiota, eres tú. – Estas fueron sus últimas palabras.
Me sacó las llaves del auto de la mano, y bajó corriendo los escalones del porche. Lo observé por la ventana, mientras cargaba la maleta al MI auto, se subía y emprendía camino hacia el hotel Westwood.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Capítulo 5.
Miré de reojo hacia el otro extremo del patio, y vi que Joe se acercaba. Ya venía a molestar. Reí para mis adentro, y me aproveché de la situación. Haciendo caso omiso al discurso que había hecho hoy sobre ‘no estoy lista para un beso’, rodeé el torso de Nick con mis brazos, lo acerqué a mí para que nuestros pechos rozaran, y luego de sostener nuestra mirada durante unos cortos segundos, quise unir nuestros lavios. Sin embargo, una tos irónica nos interrumpió.
Nick agachó la cabeza, y sacó sus brazos del borde de la piscina para cruzarlos sobre su pecho. Por lo visto, Joseph comenzaba a fastidiarlo a él también.
- ¿Qué haces aquí? ¿No te alcanzó con molestarnos toda la mañana que hasta nos sigues al hotel? ¿Qué sucede contigo? – Fruncía las cejas, y hablaba rápido y con un tono elevado.
El agua caía desde su cabello, pasaba por su boca y finalmente terminaba en su torso desnudo. No podía resistirme.
- No los estoy persiguiendo. Estoy aquí porque vino Devonne a visitarme y la traje al hotel.
- ¿Devonne está aquí? – Preguntó Nick, de pronto ansioso.
- ¿Quién… quién es ella? – Me había perdido en la conversación.
- Mi… - Comenzó Nicholas.
- Su ex novia. – Continuó por él Joe, obviamente queriendo fastidiarme. – Habitación 508 bro.
- Al, iré a verla un momento. Te veo luego ¿de acuerdo?
Salió del agua rápidamente, y en cuestión de segundos, estaba fuera de vista. Se notaba cuánto se había olvidado de ella. Sacudí la cabeza, y lo imité, sólo que en vez de irme, me recosté sobre una reposera, sin darle importancia a Joseph, quien seguía allí. Tomé mi Ipod, y me puse a escuchar música mientras sonreía al ver la furia haciéndose notar en su rostro. Cuando ya no resistió más, sus manos se convirtieron en puños y se encaminó hacia mí para sacarme los auriculares del oído brutalmente.
- ¿Qué…? – No me dejó terminar qe me tapó la boca con una de sus manos.
La mordí, provocando que se enfurezca aún más. Posó una mano a cada lado de la reposera, a la altura de mi cuello, y acercó su rostro al mío. Comencé a reírme a carcajadas, apropósito, por supuesto.
- ¿Y qué puede ser tan gracioso? – Preguntó enojado, pero siempre seductor.
- Tu cara, claro. – Continué riéndome hasta que Joe me tomó por la muñeca causando que yo gimiera de dolor. Esta acción hizo que él sonría. – Suéltame, me estás lastimando Joseph.
- Mira ‘Al’, la única razón por la que Devonne está aquí es para volver a seducir a Nick, y que él se aleje de ti. – Lo fulminé con la mirada. – Y una vez que eso suceda, tú te enamorarás de mí. – Me soltó, y se sentó en la reposera de al lado. – Te lo explico de otra forma. ¿Conoces esta canción? ‘See I’ve already planned it. This is how it’s gonna be. I’m gonna love you and you’re gonna fall in love with me.’ Así es como serán las cosas. – Me levanté, tomé mi toalla y antes de volver a mi habitación, me acerqué a él.
- Te odio Joseph. Nunca me enamoraría de alguien como tú.
- Eso ya lo veremos. – Murmuró.
Joseph ~
Al ver que volvía a su habitación, reaccioné, y salí tras ella. Seguramente buscaría a Nick, y conociendolo, él ya había caido en la trampa de Devonne. No podía dejar que Al lo viera enredado en sus juegos.
- Espera! – Le grité.
Se quedó helada con la mano sobre el picaporte.
- No he acabado contigo. – Continué.
- Ya déjame en paz. – Replicó.
Iba a entrar a la habitación sólo para ver algo que no le gustaría. Yo la quería lejos de mi hermano, pero no que saliera lastimada. Antes de que pudiera abrir la puerta, corrí hacia ella y la di vuelta para que quedara frente a mí. Me acerqué a ella, y la tomé de la cintura, quedando así nuestros cuerpos pegados.
Allyson ~
Abrí los ojos como platos al estar de nuevo en contacto con Joe. Cogió mis muñecas, y las colocó contra la puerta, una a cada lado a la altura de mi cabeza. Mis ojos iban desde los suyos hacia su boca, una y otra vez.
- Joe, suéltame. Deja de buscarme, no quiero… - Unió sus labios con los míos en un corto beso. – saber. – Y en otro. – nada. – Otro más. – contigo.
Dejó ir a mis manos, así que moví una de estas hasta su cara, para acariciarla lentamente mientras él hacía de el último beso el más largo. Nuestros labios se abrían y se cerraban al unísono, nuestras lenguas se emplearon en una batalla que parecía no tener fin. Sus manos recorrían toda mi cintura, y bajaban por mi cadera hasta llegar a la parte de debajo de mi bikini, para juguetear con ella, y luego cambiar a la parte trasera de mi cuerpo para posar sus manos en mis nalgas, apretándolas con furor. Lo empujé hacia la pared contraria, quedando él encerrado por mí, y me subí encima suyo enrroscando mis piernas alrededor de su cintura, en forma de llave. Pasé mis uñas por sus pómulos, su cuello, sus brazos, dejando atrás unas marcas rosadas que con los minutos se irían. Colé la mano por debajo de su remera, y cuánto más apasionado se volvía el beso y sus masajes en mi parte trasera, más clavaba las uñas en su pecho bien armado. No pude evitar gemir cuando hizo un brusco movimiento para acomodarme, y comenzó a besar, lamer y morder mi cuello con sensualidad. Lo tomé por los rulos y mordía mi labio inferior, intentando contener las ganas de gritar su nombre. Cuando intentó transportar sus labios a mis pechos, lo detuve. Me sonrió, y me alzó una ceja, en forma de pregunta. Le respondí con una sonrisa, y una mordida de labios, y me llevó hacia el fin del corredor, donde se encontraba mi habitación. Deslicé la tarjeta llave en la puerta, y al entrar, dio medio vuelta para cerrarla tras él con una patada.
martes, 7 de diciembre de 2010
Capítulo 4.
- Yo… - Dije tomándolo de la barbilla. – No caeré en ninguno de tus juegos Joseph. – Lo miré una última vez a los ojos y me retiré de la cocina.
Subí, y al abrir la primera puerta del extenso corredor, me encontré con Nick.
Su cuarto era pequeño. No había mucho más que una cama de plaza y media, una mesa de noche y una mesa de computadora, donde había pilas y pilas de hojas. El resto del cuarto se centraba en cosas relacionadas con la música: guitarras, un equipo de música, una colección de discos, etc. También había varias cosas sobre lo que parecía ser su deporte favorito: el baseball.
- Al. – Dijo levantándose de la cama, sonriente.
- ¿Estás mejor? – Pregunté, saludándolo con un beso en la mejilla.
- Mucho mejor. Siéntate. – Palpeó el espacio que había a su lado en la cama, y lo ocupé.
- ¿Sábes? – Rompió el silencio momentáneo.
Tomó mi mano, y con la otra acarició mi mejilla. Al sentir sus manos sobre mi piel, sentí una especie de chispa eléctrica recorrer mi cuerpo, y al llegar a mis pómulos, estos se tornaron rojos. No podía estar pasándome lo mismo que con Joe.
- Debe parecerte raro esto, pero la verdad es que me gustas. – Abrí los ojos como platos. – No te asustes. – Sonrió levemente.- Sé que nos conocemos hace unos dos, tres días. – Mordió su labio inferior. – Pero me siento atraído hacia ti.
- Creo… - Aclaré mi garganta, dubitativa. – Creo que a mí también me atraes. – Susurré las últimas palabras. – Eres un lindo chico, y eres divertido. Me caes bien. – Nick se sonrojó, y se limitó a sonreír.
Tomó mi cara con ambas manos y la acercó a la suya. Lo quería, pero lo menos quería hacer era apurar las cosas. Además, debía despejar mi mente. No era justo estar confundida entre Joe y Nick. Sabía que con Joe nunca pasaría nada, me parecía atractivo, pero por dentro lo odiaba. Sin embargo, hasta eso era demasiado como para andar con Nicholas.
Agarré su mano, haciendo que suelte mi rostro. Me miró confundido.
- Aún no. ¿De acuerdo? – Desvié mi mirada, por temor a que se enoje conmigo.
Sin embargo, tomó mi rostro una vez más y me mostró una sonrisa irresistible y provocadora. Se veía tan bonito cuando sonreía. Tenía que hacerlo más seguido. Recorrí la comisura de sus labios con mis dedos.
- Te esperaré el tiempo que sea necesario. – Besó mis dedos, y se levantó, tomando mi mano. - ¿Te quedarás a almorzar?
- Son sólo las once Nick. Deja de pensar en comer. – Reí.
- Lo sé, pero te estoy invitando para cuando sea que vayamos a hacerlo.
- Está bien, me quedaré. – Segundos después, me acordé de Joe, y me arrepentí de haberle dicho que sí.
Cuando Denise nos llamó desde la cocina, bajamos, y nos tomamos de la mano casi por inercia. Sin embargo, al ver a Joe, mi reflejo fue soltar a Nick.
- ¿Por qué sueltas a tu novia Aly? Ya los vi tomados de la mano. – Tierra, trágame. Una vez más, Joseph me hacía quedar como una completa idiota.
- Déjala en paz, Joe. No somos novios. – Replicó Nicholas.
- Lo que tú digas hermano.
El almuerzo transcurrió bastante rápido. Más de lo que yo pensaba. Joe me torturó un par de veces haciéndome preguntas estúpidas, pero ni yo ni Nick lo dejamos salirse con la suya. En una ocasión, hasta Denise le sugirió que terminara de comer así se retiraba a su habitación. Estaba insoportable, pero no parecía importarme tanto.
Luego de levantar la mesa y ayudar a lavar los platos, le pregunté a Nick si conocía algún hotel cerca de allí. Me había dicho que sí, así que fui hasta lo de Irene a buscar mis cosas, mientras él me esperaba en la esquina.
Nos dirigimos a un hotel, Hotel Woodwest, que quedaba a tan sólo media cuadra del parque que separaba la casa de Nick con la de mi mejor amiga. Subimos a lo que sería mi habitación por el próximo tiempo, y al dejar las cosas sobre la cama, me acerqué a la enorme ventana que tenía el cuarto. Desde allí, se veía una enorme piscina.
- ¿Vamos? – Un escalofrío recorrió mi cuerpo al darme cuenta de que Nick estaba atrás mío.
- ¿A dónde? – Alcé una ceja, sin comprender.
- Al agua, tonta. Cámbiate, te espero abajo. – Sin decir más, se fue.
Abrí la valija, y saqué una nueva y hermosa bikini violeta. La parte de abajo era una especie de culotte, y la de arriba dejaba entrever gran parte de mi busto. Me cambié, y bajé hacia la parte trasera del hotel, donde había un gran parque, y junto a este, la piscina.
Me quedé boquiabierta, y por un segundo no pude respirar al ver a Nick recostado sobre una reposera llevando solamente un short de baño. Nicholas parecía una escultura angelical tallada a mano. Cada mínimo detalle era perfecto. Él sabía que terminaríamos allí. Sacudí la cabeza, riendo.
No quise molestarlo, así que dejé mi toalla sobre una de las reposeras, y me acerqué al borde de la piscina. Metí un pie adentro a ver cómo estaba el agua, cuando sentí a alguien detrás de mí. No tuve tiempo de reaccionar, que ya me encontraba adentro del agua. Debía de haberlo sabido. Salí a la superficie para ver a Nick aún parado en el borde, riendose. Me uní a su risa, y él se metió al agua conmigo. Nadamos un rato, jugando a hacer ‘carreras’, hasta que me dolían los costados de respirar de forma tan irregular. Me apoyé sobre el borde de la enorme piscina, apoyé la cabeza contra esta, y cerré los ojos, queriendo relajarme. Un calor invadió mi cuerpo, y comprendí que lo tenía más que cerca. Su cuerpo estaba justo enfrente del mío, y tenía un brazo a cada costado del cemento, aprisionándome.
lunes, 6 de diciembre de 2010
Capítulo 3.
Las ganas de andar paseando en busca de un hotel, o un monoambiente para alquilar durante un tiempo, se esfumaron al ver que el cielo estaba encapotado al igual que ayer. Hoy no me llovería encima.
Volví a lo de Irene, y como era de esperarse, comenzó el bombardeo de preguntas.
- ¿Cómo que caíste en brazos de Joe? – Preguntó Ire, cuando terminé de contarle todo lo que había sucedido.
- Me encerró en el baño ¿y tú sigues pensando que tu pequeño ‘Joe’ es genial? – Suspiré, y subí a tomar una ducha.
Seguir discutiendo con ella no valía la pena.
Al salir del baño, me di cuenta de que eran solamente las cuatro y media de la tarde. Genial. ¿Cómo pasaría el resto del día? Me vestí, y decidí ver un poco de televisión. Haciendo zapping, me encontré con la propaganda de la serie Jonas, que decía que comenzaría pronto. Apagué rápidamente la tele, ya que verlo a él… a ellos, era lo último que quería hacer.
Agarré unas revistas que había sobre la mesa, y rodeé los ojos al ver la tapa de la primera, y de la segunda, y de la tercera. Por supuesto. No había una en la que no salieran los ‘Jonas Brothers’. Que horror.
Me di por vencida en intentar buscar algo en esta casa en la que ellos tres no estén involucrados. Hasta ahora, el único que no me caía bien era Joe. Me preguntaba si el otro hermano, Kevin creo que se llamaba, era igual a Nick, o igual a Joe. Nick me había dicho que estaba en las Bahamas con su novia y que regresaría pronto. Quería conocerlo, y el hecho de que tenga novia ya me decía que no era tan idiota como Joseph.
Al ver que no me quedaba otra, decidí tomar las revistas nuevamente. Así pasé casi toda la tarde, leyendo cada una de ellas y fijandome en cada detalle que hablaba sobre ellos. No entendía mucho, pero por lo menos era mejor que andar en busca de un hotel bajo la lluvia.
A la hora de cenar, bajé y me limité a decirles a Irene y a su hermana que había pasado la tarde ‘investigando un poco’. Por primera vez en los dos días que ya llevaba allí, no sonaban sus canciones, ni figuraban sus rostros en la televisión. Pensé que sería un alivio, pero por dentro, quería aprender un poco más sobre ellos… sobre él.
La mañana siguiente desperté al oir la voz de Nicholas. Me había quedado dormida mirando las revistas y se ve que no había puesto la alarma para prepararme e ir al parque.
Me levanté rápidamente, me vestí con un short de jean, una camisita mangas cortas y floreada, un saquito, y unas converse azules. Me dejé el cabello suelto, y bajé.
- ¿Dónde se ha ido? – Pregunté, mirando por todas partes. - ¿Dónde está Nick?
- ¿Por qué Nick debería de estar aquí, Al? – Me sonrojé. – Es sólo su canción. – Claro, ¿por qué Nick estaría allí? Me sentí una estúpida al no darme cuenta de que era sólo música.
Maldición. Si iban a recogerme a lo de Ire porque no me veían en el parque, sería una locura. Así que subí para buscar mi cartera y decidí marcharme.
- ¿A dónde vas? – Preguntó Kathy, dejándome helada en la puerta.
- Iré a hablar con Matt. – Mentí, sabiendo que Irene escuchaba todo desde la cocina. – Y luego me registraré en un hotel, así que volveré hoy por la noche sólo para recoger mis cosas.
- De acuerdo! – Gritó mi amiga. Lo sabía.
Salí al hermoso día que hacía hoy en Los Angeles y caminé lentamente hacia el parque. Al llegar, me fijé la hora. Nueve y media. Raro. Me tomé el atrevimiento de ir hasta su casa, y se veía que el Mercedes Negro de Joe seguía en el estacionamiento. Toqué timbre, y en fracciones de segundos me abrió una mujer muy bonita.
- Tú debes ser Allyson. – Dijo, mostrando una reluciente sonrisa.
- Un gusto. – Estreché su mano. Era algo de familia por lo visto.
- No tengas vergüenza. Soy Denise, la madre de Kevin, Joe, Nick y Frankie. Pasa, quiero hablar contigo. – Dijo amablemente.
Aún avergonzada, pasé, y la seguí hasta la cocina, donde tomamos asiento.
- ¿Otra vez aquí? – Interrumpió Joe, fijando su mirada en mí.
- Ella es la invitada de Nick. Intenta comportarte cariño. – Me fulminó con la mirada, y se fue.
- Lo siento. – Sonrió. – Escucha, sé que Nick te había invitado a grabar, pero no se sentía muy bien.
- ¿Qué le sucede? – Pregunté preocupada.
- Ya sabes. Es su diabetes que a veces causa problemas. Ahora ya está mejor.
Ahora entendía lo que había leído la noche anterior en las revistas sobre su ‘enfermedad’ y la relación con la canción A Little Bit Longer.
- Él está en su cuarto. Me pidió que si llegabas a venir que te haga pasar. Creo que le gustas. – Se rió, y me uní a ella, sin saber qué decir.
- Mamá, papá está esperándote en el coche para ir a hacer las compras. Dice que te apures. – Volvió a interrumpir Joe.
- De acuerdo. Allyson, sube. Nick está en su cuarto. Joe, dile cual es y sé amable ¿quieres? – Esta mujer no tenía idea de quién era su hijo.
Denise tomó su cartera, se despidió con una sonrisa y salió de la casa en cuestión de segundos. Me paré, a punto de dirigirme al cuarto de Nicholas.
Joe me miró de pies a cabeza, y la sangre se acumuló en mis mejillas. Se acercó a mí, mi corazón latía más rápido que nunca, y comenzó a sacarme el saquito que traía puesto sobre mis hombros. El contacto de sus dedos sobre mis hombros me volvió loca. No quitaba los ojos de su cara, observando tu tremenda perfección. Sus labios eran una tentación enorme. Ya era demasiado tarde para reaccionar. Mi mente y mi cuerpo estában enrroscados y concentrados en él. Me sentó sobre la mesa, y me acarició desde el cuello, hasta los hombros, los brazos y las piernas. El contacto me producía un cosquilleo importante, no sabía qué hacer.
Podía sentir su aliento fresco en mi rostro, y el aroma cautivante que desprendía su cuerpo. Él era irresistible. Acercó su rostro al mío tanto que sus pestañas parecían estar a punto de tocar mi piel. Tomé sus brazos con mis manos, y los acaricié de arriba abajo, sintiendo sus asombrosos músculos. Entreabrí la boca al ver que Joe acercó aún más sus labios a los míos. Estos casi se tocaron, pero él sólo los movía para rozarlos levemente, y tentarme a abrir los míos una y otra vez en busca de un deseado beso. Cada vez que me animaba a buscar sus labios, él los corría; se hacía desear, y en cambio los pasaba por mis mejillas, y en los alrededores de mi boca. Sí, eso era. Se hacía desear, y le gustaba que yo lo desee. Le gustaba tener control sobre mí, pero no iba a darle el gusto. Me había caído la ficha, no iba a dejarme llevar.
Lo agarré de la nuca, y acerqué su rostro a más no poder al mío, nuestras frentes chocaban, nuestros labios se tocaban, produciendo una especie de chispa interior.
- Ya basta. – Le susurré lentamente.
Me alejé de él, bajé de la mesa y tomé el saquito que había quedado en el suelo.
- Yo sé que me quieres. – Dijo con voz seductora.
- TÚ… no sabes nada. – Le guiñé un ojo.
- Ya vas a caer. – Me aseguró.
sábado, 4 de diciembre de 2010
Capítulo 2.
No tardé mucho en encontrar un taxi, y en cuestión de minutos, llegué a la casa de
Matt. Me recibió su madre, quien me hizo pasar y subir al cuarto de mi novio.
Golpeé la puerta, y entré.
Matt se encontraba sentado sobre la cama, evidentemente nervioso. Me acerqué a
él para besarlo, pero se negó.
- ¿Sucede algo? – Pregunté repentinamente angustiada.
- En absoluto. – Replicó frío.
- ¿Entonces? ¿Por qué me corres la cara?
- No lo sé. – Su rara actitud estaba comenzando a preocuparme. Él no era de actuar
así.
- Mira… camino aquí choqué con un tonto, un auto pisó mi celular, destruyéndolo,
y se me rompió el taco de un zapato. No tuve un buen día, y llego aquí y tú no haces
más que actuar como un verdadero idiota. Así que dime que es lo que pasa. – Me
senté a su lado, y tomé su mano, alentandolo.
- Bien, lo haré… Estoy con Jenny. – Mi rostro se iluminó por completo.
- ¿Sí? ¿Dónde está? Quiero verla! – Grité, pensando en mi amiga de la infancia.
- No Al, no. Estoy saliendo con ella. – Mi sonrisa se dio vuelta como una media. Esto
debía de ser una cargada.
- ¿Sábes? Creo que me iré… - Tomé mis cosas y salí escaleras abajo para retirarme
de su casa.
En ese momento, comprendí que tal vez no estaba tan enamorada de Matt como
creía. Siempre imaginé que el día que nos separemos, mi mundo se vendría abajo,
o algo así. Sin embargo, sólo estaba enfadada porque mi día había sido terrible.
El cielo estaba negro, anunciando una tormenta, y comencé a caminar con más
prisa. Al salir de la casa, había telefoneado a mi mejor amiga, Irene, para ver si me
podía quedar en su casa por un tiempo. A pesar de que vivía a unas diez cuadras de
lo de Matt, eran cuadras largas, y caminar descalza no era exactamente una gran
ayuda.
Sólo me quedaba por cruzar una gran plaza para llegar a lo de Ire, pero como era de
esperarse, la tormenta que venía acechándome, llegó a mí.
- Dios. ¿Qué más pasará hoy? – Grité mirando al cielo.
A lo lejos, se oía el ladrido de un perro, y en un abrir y cerrar de ojos, tuve sus patas
llenas de barro sobre mi vestido blanco. Su dueño, quien era bastante guapo vale
decir, venía llamándolo a la distancia. Caminé hacia el banco más cercano, y me
senté.
- Hola pequeño. – Lo saludé, al ver que no me quedaba más remedio. Acaricié su
suave pelaje.
- Elvis! – Gritó el chico lindo, al llegar a nosotros. – Lo siento, creo que le gustan las
rubias. – Rió, y a pesar de que había sido un mal chiste, yo también lo hice.
Inspeccioné al chico que tenía en frente mío con cuidado. Era un poco más alto que
yo, su cabello ondulado estaba desordenado, y mojado a causa de la lluvia, su boca,
con forma de corazón, se fruncía en una leve sonrisa, y tenía lunares oscuros
repartidos por doquier. Sus ojos eran marrones, oscuros y profundos. Através de su
remera blanca, que ahora era transparente por el agua, se veía un cuerpo
levemente trabajado. Debía de tener más o menos mi edad, pero no lo aparentaba
mucho. Sin embargo, era imposible no fijarse en él.
-Descuida. No ha pasado nada. – Me paré, lista para irme.
- Soy Nicholas. – Me estrechó su mano, y no pude evitar reír al acordarme del tonto
de hoy.
- Allyson. – Tomé su mano y Nick dejó entrever sus relucientes y perfectos dientes.
- Oye, ¿estás buscando un hotel o algo así? – Retiró su mano, y escondió ambas
tras su espalda. Yo reía por dentro ante su evidente nerviosismo.
- En realidad, no. Estoy de camino hacia la casa de mi mejor amiga. – Me invitó a
sentarme nuevamente, y no pude decirle que no.
Me incitó a contarle todo lo que había sucedido ese día, y Nick escuchó con atención,
riendo o diciendo ‘que torpe’ cuando le hablaba de Joe.
Así pasaron las próximas dos horas, hablando de nuestras vidas pasadas, y que
planeábamos hacer en el futuro. Resultó ser que Nicholas era alguien interesante
con quien charlar, y pasar el tiempo. La había pasado bastante bien.
- Será mejor que me vaya. – Me paré, y Nick me imitó.
- Escucha, tal vez… ¿estás libre mañana? – La sangre subió a sus mejillas y me
arrepentiría de por vida si le dijera que no. Sí, sí, era consciente que ese mismo día
había terminado con mi novio pero ¿y que? Al ser adolescente nada importaba.
- Claro. ¿Nos vemos aquí mismo?
- De hecho. – Giró sobre sus talones. – Esa es mi casa. – Señaló hacia mi izquierda,
y quedé boquiabierta al percatarme de que era más o menos una mansión. Intenté
ocultar mi asombro. – Sólo toca la puerta. – Rió. – No pasará nada, lo prometo.
- De acuerdo. – Sonreí, avergonzada. – Hasta mañana. – Me fui alejando, y lo saludé
con la mano.
- Adiós! – Me gritó, ya a lo lejos.
Caminé unos metros más, y llegué a la casa de Irene. No había terminado de
golpear la puerta, que ya tenía a su hermanita menor, Kathy, jalando de mi brazo
para que entre. No me dejó ni apoyar mis cosas en el suelo, que comenzó a los
saltos y a los gritos intentando llamar mi atención.
- Mira! Ven, siéntate. Es el concierto de mi banda favorita!. – Gritaba apuntando la
televisión.
La cámara enfocaba al chico con aspecto peligroso que hoy me había encontraba en
la calle. Genial. Con razón era tan creído.
- Creeme, no es nada fuera de lo normal. Hoy me lo crucé por la calle. – Tomé mis
cosas, y me metí en la cocina, para no tener que soportar su imagen más tiempo.
- Espera… - Dijo Irene, entrando por la puerta trasera. - ¿Me estás diciendo que
viste a J-J-Joe J-Jonas? – Tartamudeó.
- Chocó mi auto, es un cretino. – Tomé una manzana, y le pegué un mordizcón.
- ¿Hablaste con él?
- Déjalo ya, amiga. Es un chico cualquiera. – Dije recordando todo lo sucedido. – Me
iré a bañar, y a acostarme. Ha sido un día muy largo. Prometo que mañana
encontraré un lugar para quedarme.
- Puedes quedarte el tiempo que gustes. – Sonrió.
- Lo sé, gracias. – Tomé por última vez mi pesada valija y mi cartera, y subí las
escaleras.
Luego de una corta, pero dulce ducha, me puse mi pijama, y me acosté en el sofá
de la sala de juegos. Por algún motivo, no me sacaba la cara de Joe en el concierto
que había visto hoy por la televisión. Fue sólo un segundo el que lo vi, pero parecía
distinto al chico que había conocido hoy. Parecía… simpático. Sacudí mi cabeza
ante tan estúpida idea, y procuré dormirme de una vez.
El ruido de un equipo de música a todo su volumen me despertó la mañana
siguiente. Observé el reloj que colgaba de la pared. La una de la tarde. Me levanté,
y luego de ordenar un poco, me puse un short de jean bien corto y una remera de
color fucsia al cuerpo. Fui al baño para lavarme, y me tiré el flequillo para atrás en
forma de jopo, y recogí el resto en una colita. Volví a la sala, tomé un poco de dinero,
y bajé a almorzar con Irene y Kathy.
Abajo, la música era aún más insoportable.
- ¿Qué es ese ruido? Por Dios. – Le pregunté a Kath apenas la vi, tapándome los
oídos.
- Se llama Play My Music. – Replicó sonriente.
- ¿Y con eso….? – Claro. – Lo entiendo. ‘Jonas Brothers’. – Dije en forma de burla.
Nada más placentero que despertar y escuchar al estúpido de Joe. Debía de
encontrar un lugar para quedarme, y rápido.
Finalmente, decidí pasarme el almuerzo, así que saludé amablemente a las chicas,
y crucé el parque hacia la casa de Nick. Toqué el timbre, y esperé.
- Hola! – Un niño de unos nueve años abrió.
- Ally, él es Frankie, el menor de mis hermanos. – Levanté la vista al oír su voz, y
mis ojos se encontraron con los de Nick, quien estaba en la puerta junto a su
hermano.
- Hola! – Saludé. - ¿Significa que hay más que ustedes dos? – Pregunté,
volviendome hacia Nick.
- Dos más! – Respondió Frankie, riendo.
- Pasa, deben andar por aquí. Ya los conocerás. – Me invitó Nick.
Pasé, y no pude evitar sonreír ante tanto lujo. Los pisos eran de madera, y esta
relucía como si la enceraran cada hora, las paredes tenían un empapelado clásico,
de un color cremita, los muebles eran todos de madera, y cada cosa se encontraba
en su lugar. Un piano negro le daba el último toque antiguo a la bella sala de estar.
- Mamá! – Gritó Nick. ¿Qué hacía? ¿Por qué llamaba a su madre? Moriría de la
vergüenza. – Parece que salió. – Dijo al ver que nadie respondía. Gracias a Dios.
El ruido de madre crujiendo sonó a mis espaldas, y volteé sólo para encontrarme
con Joe bajando las escaleras.
- Oye Nick, ¿has visto las llaves del…? – Al verme, subió rápidamente, como si nada
hubiera sucedido.
Me preguntaba qué hacía allí. Tal vez era amigo de Nick.
- ¿Puedo pasar al baño? – Le pregunté a Nicholas, aún pensando en Joseph.
- Está arriba. Cualquier cosa pregúntale a Joe, el chico de recién. – Sonrió, y se
sentó en el sofá a mirar televisión. – Te espero aquí.
- De acuerdo.
Subí corriendo las escaleras, y sin hacer demasiado ruido, comencé a buscar a Joe.
Abría la puerta de cada uno de los cuartos y metía la cabeza para ver si estaba allí.
- ¿Buscas algo, preciosa? – Su voz me tomó por sorpresa.
A ti. Pensé. Di media vuelta y le sonreí falsamente.
- El baño. – Mentí.
- Por allí. – Apuntó hacia la última puerta del pasillo. – Ah, y… ¿se puede saber que
haces en mi casa?
¿Su casa? Por favor, no me digas que…
- Soy el hermano de Nick, vivo aquí. – Por supuesto. Tenían que ser hermanos, Nick
tenía que ser de esa estúpida banda, y yo tenía que sentirme atraída por ambos.
- Soy una amiga de Nicholas. Nada más. ¿Puedo ir al baño?
- Adelante. – Hizo un gesto con las manos, como invitándome a avanzar y lo hice.
Joe se dio media vuelta, y se metió en uno de los cuartos.
- Dios, que fastidio. – Dije resoplando, una vez que pensé que Joe ya no me
escucharía.
- ¿Disculpa? – Lo tenía atrás mío.
- Ei, ¿cómo es que haces eso de moverte tan rápido? – Comenzaba a darme miedo.
- Secretos de familia linda. ¿Te atraería igual si te dijera que soy un vampito? –
Increíble. No solamente era egoísta, si no que también se creía gracioso cuando no
lo era. – Oh, lo siento. – Continuó. – Olvidaba que las chicas que viven en el campo
no tienen televisión como para saber sobre los vampiros.
- Eres un imbécil. – Me limité a decir, para luego entrar al baño.
Me lavé la cara, intentando olvidarme de la estúpida escena de recién, cuando sentí
que trababan la puerta del lado de afuera. Cerré la canilla, me sequé la cara e
intenté abrir la puerta. Cerrada. Comencé a golpear la puerta.
- ¿Hay alguien ahí? Ábranme, porfavor. – Gritaba y golpeaba la puerta para que
alguien me sacara de allí. Sin embargo, nadie contestaba.
Me tiré al piso para mirar por la pequeña endija de la puerta. Se veía una sombra,
alguien estaba del otro lado. El único que se me venía a la mente era Joe, así que
era momento de actuar.
- Porfavor, ábranme. Soy claustrofóbica, moriré si me dejan aquí adentro. – Fingí.
- Hay una ventana, ábrela, no morirás. – Mi plan fue derrumbado por su sexy pero
a la vez insoportable voz.
- Mira niño rico, ábreme la puerta de una maldita vez. No querrás pagar además de
mi coche, mi velorio. – Destrabó la puerta y la abrió provocando que cayera en sus
brazos.
Me libré rápidamente, empujándolo hacia atrás.
- ¿Me harás pagar por esa chatarra que choqué hoy?
- Esa chatarra era mi coche. Puede que tú tengas dinero suficiente como para
comprarte otro, pero yo no. Por supuesto que la pagarás. ¿Quién te crees que eres?
- Pues… - Sonrió, y se señaló de pies a cabeza. – Joe Jonas. ¿No lo ves?
- Te llegará una carta de mi abogado. – Sonreí. – Adiós Joseph.
Bajé las escaleras a toda prisa, no quería aguantar su estúpida voz un segundo más.
- Nick, será mejor que me vaya. Debo buscar un hotel o algo así para quedarme.
¿Te molesta si lo dejamos para otro día? ¿Mañana, tal vez? – Quería irme de su casa
a toda costa, no soportaría ver la cara de Joe una vez más por hoy.
- Lo que sucede es que mañana tengo grabaciones.
- ¿Gra…grabaciones? – Pregunta estúpida. Ya había olvidado que era ‘famoso’.
- Sí. Mira Ally, me… me gustaste… - Se sonrojó. – porque me di cuenta de que no
sabías quien era. Mantengámoslo así, vayamos conociéndonos. – Aclaró su garganta.
– Debo grabar mi serie, Jonas. Pero no te hagas problema. Te veo en el parque, a las
nueve. Vamos juntos.
- Está bien. – Accedí, luego de pensarlo durante unos segundos. – Nos vemos allí.
Lo saludé con la mano, y me aventuré hacia las calles de Los Angeles. Mañana,
sería un día insufrible.
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