sábado, 4 de diciembre de 2010

Capítulo 1.

- I’m feeling paranoid… - Venía cantando esa famosa canción de un grupo llamado…
¿algo con J?
- Y eso ha sido Paranoid de Jonas Brothers. – Anunció la radio. Oh, Jonas, no sé 
qué.
Me dirigía a la casa de mi novio, Matt, quien vivía en el centro de Los Angeles, a 
precisamente cuarenta y cinco minutos de mi casa.
Iba en mi viejo chevy, de un color rojo, casi marrón, por el pasar de los años, 
escuchando música a todo lo que daba el anticuado estéreo.
Me había mudado a California hace unos meses. Yo era más una chica de campo, y 
no sabía bien como manejarme en la gran ciudad. Por lo que venía viendo, nadie 
respetaba los semáforos; sin embargo, yo no quería una multa, así que frenaba en 
cada luz roja. Lo cual tenía como consecuencia que los coches que pasaban por mi 
lado me gritaban groserías por estar ‘’en su camino’’.
Escuchar y cantar country como una loca esquizofrénica hizo que me despiste, y me 
pasara una luz roja.
A lo lejos se oyó la sirena de la policía, lo cual era una señal de que una multa 
estaba por formar parte de mi historial automovilístico. Comencé a mirar por todas 
partes, buscando la patrulla, cuando sentí un golpe en el frente de mi auto, y como 
este comenzó a moverse hacia atrás. Puse rápidamente el freno de mano, y undí mi 
cabeza en el volante. Un auto empezó a tocar su bocina, lo cual me obligó a alzar la 
vista sólo para encontrarme con dos adolescentes en sus asientos delanteros. ¿Así 
que ESA había sido la patrulla? ¿Dos niños? De acuerdo. Abrí la puerta del carro, 
furiosa, y la cerré con todas mis fuerzas. Caminé apresuradamente hacia el otro 
auto, y al tonto apoyado en su capot, quien no sé cómo, se bajó en fracciones de 
segundos. Este volteó para verme y se quedó boquiabierto. Él era alto, tenía un 
cuerpo bien trabajado, y su musculosa color verde flúor dejaba al descubierto sus 
brazos sumamente musculosos. Su cabello era oscuro y perfectamente ondulado. 
Sus ojos, hipnotizadores. Sus labios, rojos y carnosos. Lo que más atraía era su 
sonrisa compradora que decía ‘llévame a casa’. El otro chico permanecía dentro del 
coche.
- Hola hermosa. – Dijo el chico con aspecto peligroso, acercando su fascinante 
cuerpo con cautela hacia mí.
Extendió su mano en forma de saludo.
- ¿Y tú eres? – Repliqué de forma asquerosa, observando como este retiraba su 
mano ante mi rechazo.
- Oye, creo que empezamos mal. Soy Joe. – Parpadeé varias veces, y no quité mi 
vista de él, quien parecía confundido ante mi falta de conocimiento.
- Jonas… - Agregó al notarme perpleja.
- Ah, claro. Mira, ¿tienes licencia de conducir? Porque te cuento que acabas de 
arruinar mi coche y…
- ¿Más todavía? – Interrumpió riendo.
Podía escuchar la risa del otro chico, muy parecido a él, dentro del coche, quien 
cuando lo miré, enojada, se hizo el despistado y desvió la vista.
- Muy gracioso. El punto es…
- Que eres rubia, bonita, aún no sé tu nombre, y por lo visto… - Se señaló a él 
mismo y al otro chico. – No nos conoces.
- No, es obvio que no. – Sonreí. – Y ya para de interrumpirme. Soy Allyson.
- ¿Y que hay sobre la parte en la que eres bonita? – Alzó una ceja.
- No sé si antes te habían dicho que eres bastante frustrante niño. – Dije volviendo 
a mi coche.
Me tomé de un brazo, haciendo que vuelva a estar frente a él.
- Suéltame. ¿Quiéres? – Rezongué.
- Aquí la única que frustra eres tú. ¿Y que hay con eso de ‘niño? ¿Cuántos años te 
crees que tengo?
- Por como actúas, unos quince seguro. – Sonreí, con la intención de fastidiarlo.
- Pues te equivocas. Tengo diecinueve. Así que para un poco con ese personaje de 
rubia rebelde… Siento lo del coche. ¿Te podemos alcanzar a algún lado? – Lo miré 
disgustada.
- Prefiero que me salgan callos en los pies de caminar con tacos hasta el centro 
antes de ir contigo. – Sonreí nuevamente, esta vez siendo en forma de burla, y me 
libré de su mano para volver a mi coche a buscar mis pertenencias.
Tenía una valija, y una cartera nueva de Dolce & Gabbana que me había 
comprado ese mismo día, con la poca plata que tenía. Joe no se había movido de su 
capot, y observaba cada movimiento que yo hacía.
Bien, ahora la aventura de cruzar plena avenida de Los Angeles. En cuanto vi que 
no venía ningún auto, comencé a correr, y mi celular cayó en la mitad de la calle. 
Quise ir a buscarlo, pero dos centímetros adelante mío pasó volando un coche, y lo 
dejó hecho pedazos. Joe y el otro chico reían a carcajadas observándome.
- El show acabó tontos. Ya se pueden ir. – Les grité.
Me di media vuelta, agarré una vez más mi cartera, y mi valija, y comencé a caminar. 
No di tres pasos, que uno de mis tacos se quebró, y caí al suelo. Genial. Otra vez sus 
risas insoportables resonaban en mi oído. Me saqué ambos zapatos, me paré y los 
tiré hacia donde se encontraban ellos. Uno golpeó su auto, provocando una 
pequeña raya blanca en la pintura negra, y la otra fue atrapada por Joseph.
- Te conviene volver al campo, Pocahontas! – Gritó Joe alzando mi zapato en el aire.
Lo que decía este chico no tenía sentido.
- Te conviene perderte, idiota! – Respondí.
Descalza, comencé a correr en busca de un taxi.

3 comentarios:

  1. JAAJJAJAJAJAJ ES GENIAL, la voy a leer :)

    ResponderEliminar
  2. ayy te juro que es enfermante la actitud de joe en este cap, pero se que se va a poner mucho mejor..
    espero q andes genial..
    besotes
    ahh, x cierto soy /jonasspasion

    ResponderEliminar
  3. nooooooooooooooo, lo amé loquita (L

    ResponderEliminar